El sofisma de los Acuerdos de Paz
(el caso de Guatemala)
Los Acuerdos de Paz que ponen un fin a los sangrientos
conflictos político-militares que tuvieron lugar en Guatemala durante 35 años
pretendían no solamente poner un término a la guerra sino que también sentar
las bases para que se estableciera una mayor democracia y justicia social en el
país. En la realidad, con un discurso reformista, apolítico e ahistorico (que
no pone en causa los fundamentos del mal desarrollo) los Acuerdos de Paz
promueven el crecimiento económico y la modernización del Estado y de la
economía, sosteiendo que dichos crecimiento y modernización son indispensables
para el desarrollo del país. En contra de los hechos históricos que muestran
que esto no es cierto y de las criticas que se les hacen a los Acuerdos de Paz
en el país, la URGNG "reafirma la validez y vigencia del proceso de paz
como única alternativa para el futuro de Guatemala, como punto de convergencia
realista y factible para construir la democracia y lograr el desarrollo
económico y social" explicando que: "para que este proceso avance se
necesita precisamente un clima de seguridad que el Estado guatemalteco tiene la
obligación de garantizar" (Ruiz, 1998).
La mistificación
El proceso que concluye con la firma de los Acuerdos
de Paz es un complejo proceso de mistificación que tiene por base dos aspectos
principales. El primer aspecto es la aspiración de la población guatemalteca al
fin de la violencia y a la creación de nuevas condiciones socio económicas y
culturales que permitan el desarrollo sostenible del país, una mayor equidad,
una mayor democracia. El reconocimiento de que las luchas aspiraciones y reivindicaciones
de los pueblos tienen una base legítima, de que no puede haber paz sin
democracia, equidad justicia y respeto. El segundo aspecto es el deseo de las
clases dominantes nacionales e internacionales de establecer en el país un
modelo de sociedad estable basada en los principios de competitividad, rentabilidad
y acumulación del modelo neo-liberal planetario. La necesidad de terminar con el
conflicto armado que ahuyentaba a los inversionistas extranjeros, desalentaba
el turismo e impedía el pleno desarrollo del potencial económico del país.
De esta forma, objetivos divergentes se unificaron en
un solo fin primordial: el termino de la guerra y la firma de los Acuerdos de
Paz pero, mientras que para el gobierno guatemalteco el Ejercito y la
iniciativa privada las negociaciones para la paz y la firma de los acuerdos estaban
orientados únicamente hacia poner termino a un conflicto nocivo a sus intereses
económicos, para la URNG la paz no era únicamente el cese del conflicto armado
interno sino que se tenían también que modificar las causas sociales estructurales
que le dieron origen… "Los acuerdos estructuran una plataforma política
nacional de cambio en el país" (Rosal, 1997). Al dársele ésta nueva
dimensión al proceso de Paz y a los Acuerdos de Paz, la URNG no buscaba
aparentemente terminar con un conflicto sangriento, sino que también, por la vía
de la negociación y el consenso, crear las condiciones necesarias para que los
problemas fundamentales de Guatemala pudieran resolverse. Como lo expone Adrián
Zapata: "nosotros siempre dijimos, desde el primer día…, hace ya más de
diez años, que lo que nosotros queríamos hablar en la Mesa de Negociaciones
eran los problemas nacionales que, si encontrábamos soluciones políticas que
sentaran las bases para superar, para ir superando, los problemas nacionales
entonces, después de eso, podríamos discutir los términos del fin del conflicto
armado" (URNG, 1998).
Todo
esto supone:
a) que para la URNG los problemas nacionales de Guatemala
pueden encontrar soluciones políticas que sienten las bases para irlos
superando en una mesa de negociaciones. Lo que, por una parte, hace
completamente abstracción de las relaciones de fuerza que existen en Guatemala
y del poder que tiene el Estado Guatemalteco de dar al pueblo "atole con
el dedo" para retrasar al infinito la realización de cualquier tipo de
acuerdo que vaya al encuentro de los intereses de las clases dominantes. Y, por
otra parte, evidencia la renuncia de la URNG a encontrar una solución
alternativa a los graves problemas del país (que más de 30 años de conflicto
armado no pudieron resolver) y su decisión de negociar únicamente para sentar
las base que, o indicar rumbos que, permitan irlos superando (proceso que no se
sabe cuanto tiempo va a durar).
b) Que la URNG considera que el Estado guatemalteco ha
cambiado completamente de naturaleza (perdiendo su carácter de instrumento de
las clases dominantes, nacionales y extranjeras, para que mantengan su poder
sobre la población) y se ha convertido en un interlocutor valido y confiable, susceptible
de cumplir sus promesas, de renunciar a defender el poder y los intereses
económicos de las clases dominantes en aras del bienestar común del futuro del país, ya que si el Estado no
ha cambiado de naturaleza ¿como puede la URNG considerarlo garante de la paz?
c) Que la URNG, incapaz de presentar un proyecto de
desarrollo socio-económico alternativo admite que la paz sólo puede lograrse en
el marco de la democracia burguesa y del proyecto neo-liberal del Estado y de
las clases dominantes. Como lo demuestra la propuesta a la sociedad que hace
esta organización, en la que después de criticarse el modelo de desarrollo
actual que "ha modelado una sociedad generadora de privilegios y
miserias" la única propuesta para cambiar el futuro de Guatemala es la de
convertirla en un país moderno y modernizar la agricultura: "Abrir paso a
la democracia y transitar hacia la modernización, sentando las bases de
justicia social, es el gran desafió para los próximos años" (URNG, 1995) o
como lo dicen los Acuerdos de Paz mismos " el desarrollo socio económico
requiere de justicia social, como uno de los cimientos de la unidad y
solidaridad nacional y de crecimiento económico con sostenibilidad ambiental,
como condición para responder a las demandas sociales de la población"
(ASIES, 1996).
Estas suposiciones mistificatrices y sumamente
contradictorias sitúan los Acuerdos de Paz fuera de todo contexto histórico, económico
político ya que:
a) Eluden las causas estructurales de la desigualdad explotación,
injusticia, falta de democracia en Guatemala;
b) Hacen abstracción de la naturaleza intrínseca de las
clases dominantes, del Estado guatemalteco, del ejercito y de las políticas
neoliberales que impulsan el crecimiento económico;
c) Utilizan conceptos tales como modernización,
democracia, justicia social, desarrollo sin especificar su significado ni su
contenido político;
d) Hacen pensar que, por la vía de la negociación y el
cumplimiento de los Acuerdos de Paz el Estado y el Ejercito renunciaran a
ejercer su derecho a utilizar la violencia legítima contra la población, mismo
si consideran que sus intereses y/o los intereses de las clases dominantes a
las que representan están amenazados;
e) Asimilan
conceptos como el de crecimiento económico o modernidad con los conceptos de sostenibilidad
ambiental y equidad, sin mostrar la contradicción inherente que existe entre
ellos.
Los sofismas
Estas suposiciones y la mistificación inherente a
ellas se basan en sofismas y argumentaciones muy simples en los que a partir de
una premisa verdadera se pasa a afirmar otra premisa falsa y se obtienen lógicamente
conclusiones falsas. Sin embargo, es difícil desmontarlas por que se encuentran
sumergidas en una avalancha de palabras tales como democracia, equidad, etc.,
que ocultan la mistificación. Por lo que hay que entresacar entre líneas y
entre juegos de palabras el contenido político y socio económico de la argumentación
que se ha tratado de ocultar y de disimular.
En lo que respecta el crecimiento económico y el
proceso de paz, por ej, el sofisma se presenta de esta manera:
Primer premisa (verdadera): La paz duradera, la democracia autentica y el
desarrollo equitativo son inseparables. Ninguno de esos elementos es suficiente
por si mismo: cada uno es igualmente necesario para la consecución de los
demás.
La segunda premisa (falsa): sólo será posible aliviar el caos socio económico y
obtener la paz, la democracia, el desarrollo equitativo y sostenible, etc., si al
ponerse un término a los conflictos armados se restablece un clima propicio
para la inversión productiva generadora de empleos (léase maquila) y se
favorecen el crecimiento económico y la modernización en vías de una mayor
apertura al mercado internacional.
Conclusión (falsa): para lograr la paz y mejorar el nivel de vida de la
población es necesario lograr un crecimiento económico suficiente, hay que
reducir los proteccionismos, privatizar las empresas nacionales, promover,
diversificar y aumentar las exportaciones, desarrollar los recursos humanos (la
participación de la mujer, de los trabajadores y de los indígenas se asimila a
su capacidad a vender su fuerza de trabajo barata, aumentar la productividad y
mejorar las infraestructuras (carreteras, puertos, etc.) necesarias para que
los inversionistas vengan al país e implanten empresas competitivas y
rentables.
La segunda premisa es falsa porque, como lo ha
demostrado históricamente el caso mismo de Guatemala, la modernización y el
crecimiento económico no generaron ni paz ni democracia ni igualdad durante el
periodo en el que, a partir de la segunda guerra mundial hasta finales de los
años 70, la economía experimento un fuerte proceso de modernización, de
crecimiento económico y de expansión de las exportaciones. Al contrario, fueron
las desigualdades y la polarización social generadas por el proceso de modernización
y por el crecimiento económico las que se encuentran al origen de los
movimientos armados que surgieron en Guatemala desde los años 60.
Lógicamente, la conclusión del silogismo es falsa
también, como lo demuestran los dos años transcurridos desde la firma de los Acuerdos
de Paz durante los cuales la implantación de las políticas neo liberales que
tienden a impulsar el crecimiento y la modernización de la economía no sólo no
han aportado ninguna solución, sino que han agravado la situación socio económica
del país que continúa empeorando. En un momento histórico en el que los pueblos
a través del planeta entero luchan, resisten y buscan alternativas al neo
liberalismo los Acuerdos de Paz guatemaltecos no hacen más que proponer ese
mismo neoliberalismo como la única solución al futuro de Guatemala, asimilando
la modernización y el crecimiento económico a la desaparición de la pobreza, a
la utilización sostenible de los recursos y a la construcción de la democracia,
ocultando los mecanismo de dominación del desarrollo desigual y haciendo creer
a las poblaciones que la paz y la democracia se pueden lograr en un contexto de
crecimiento económico capitalista y que, fuera del cumplimiento de los Acuerdos
de Paz, no se podrán lograr ni la paz ni la democracia.
La realización de los Acuerdos de Paz
Después de dos años de firmados los Acuerdos de Paz,
como era de esperarse, hay pocos resultados concretos (entre los más
importantes, la disolución de la Policía Nacional y de los comisionados
militares). En la práctica no se han cumplido más que algunas actividades
formales. El cambio institucional, la modernización del Estado, etc., han
reforzado las políticas neoliberales, se ha efectuado una agresiva política de
privatizaciones de la energía, del agua, de las telecomunicaciones, se han
impulsado la apertura del mercado internacional y la construcción de un gran
número de carreteras, se han dado concesiones petroleras en las reservas de
biosfera (contra la voluntad de las poblaciones locales) y se ha favorecido la
implantación de maquilas, pero se ha hecho muy poco en lo que se refiere a
profundizar la democracia, dar poder de decisión a la población e implementar
políticas que favorezcan la expansión del mercado interno, la producción de
alimentos, la agricultura sostenible, la explotación sostenible de los recursos
naturales, la conservación del ambiente, la disminución de desigualdades y de
la pobreza y el bienestar de la población.
Al contrario, al mismo tiempo que las políticas
neoliberales y la apertura al mercado internacional se realizaban, los otros
objetivos de los Acuerdos de Paz perdieron su importancia, dejando decepcionados
a los que creyeron en ellos "Desde 1997 el proceso de paz comenzó a
agotarse, las instituciones gubernamentales nacionales e internacionales
participan menos y se relacionan menos con la sociedad civil, tal es el caso de
organismos como el BM, el PNUD, el BID y la cooperación alemana particularmente
a través de la GTZ, entre otros que inicialmente crearon espacios de consulta
pero en un segundo momento, eventualmente por presiones del propio gobierno de
la república, se han replegado y no están dando el debido seguimiento a los
proyectos que inicialmente contrataron con diversas organizaciones de las
sociedad civil. Esto ha implicado que, en la fase de ejecución de programas y
proyectos no se tome en cuenta activamente a la sociedad civil, lo que es
sumamente preocupante pues implica la perdida de tiempo y el desperdicio de múltiples
esfuerzos que desde la sociedad civil se han dado a fin de hacer propuestas
concretas y plenamente consensuadas de participación" (Tsuk-Kim-Pop,
1998).
La violencia esta latente, como lo demuestran: 1) el
hecho de que varias personas, que osan denunciar o trabajar contra las
injusticias y desigualdades están siendo amenazadas de muerte y 2) la reaparición
de los escuadrones de la muerte. Signos que indican que la violencia política
no ha desaparecido y puede aumentar en cualquier momento. Este ambiente de
violencia está amparado por la impunidad a la que se acogen los criminales,
sobre todo aquellos que tienen lazos con el Ejército o el Gobierno, quienes
evaden los castigos mediante conexiones, presiones o sobornos. Por lo que, se
han dado graves casos en los que las mismas poblaciones se han hecho justicia,
linchando a las personas que supuestamente han cometido algún crimen. El
ejercito mantiene sus estructuras y su poder (aunque ha aceptado hacerse más
discreto por el momento) y siempre está pronto a actuar (con medios legales o
ilegales) cuando se tocan los intereses de las clases dominantes guatemaltecas
quienes no están dispuestas a ceder en lo mas mínimo, como lo muestra el
asesinato de Monseñor Gerardi, quien dos días antes de su asesinato venía de
presentar un informe en el que mencionaba sitios, fechas y nombres relativos a
las atrocidades cometidas durante la guerra.
El problema de la tierra
El acuerdo sobre "Aspectos socio económicos y
situación agraria" que fue firmado en mayo 1996 por el gobierno de la
república, por el URNG y por el representante de las Naciones Unidas, que trataba
de resolver el problema de la tierra con grandes declaraciones de intención en
las que se afirma que una paz firme y duradera debe cimentarse en un desarrollo
socio económico orientado al bien común y a la satisfacción de las necesidades
de toda la población (ASIES, 1996) y se proponía la transformación de la
estructura de tenencia y el uso de la tierra con el objetivo de permitir la
incorporación de la población rural al desarrollo económico social y político
del país. En la práctica: 1) Se trata de hacer creer a la población que
importantes medidas se están tomando en vías de resolver el problema de la
tierra 2) No ponen en causa los intereses de los terratenientes que monopolizan
las tierras 3) Impulsan la modernización de la agricultura en vías del crecimiento
económico.
En las tres medidas más importantes de los acuerdos Socio
económicos se decidió: Primero que el gobierno se comprometía a impulsar una
estrategia agrícola integral, que abarcara los múltiples elementos que
conforman la estructura agraria[1]. Segundo, la creación de un fondo de fideicomiso para
que concentre el financiamiento publico de adquisición de tierras y propicie el
establecimiento de un mercado transparente, el desarrollo de planes de reordenamiento
territorial y el acceso a la tierra de los campesinos que no la tienen o que la
tienen en cantidad insuficiente. Tercero, la restitución o compensación, según
el caso al estado, las municipalidades, comunidades o personas cuyas tierras
hayan sido usurpadas o que con abuso de autoridad hayan sido adjudicadas de
manera anómala o injustificada[2]. (ASIES, 1996). Dos años después de firmados los
acuerdos socio económicos, podemos constatar que fueron solamente declaraciones
de intención que, en la realidad, no han dado solución a la grave problemática
de la tierra en el país. Como lo manifiestan la Coordinadora Nacional Indígena
y Campesina CONIC quien critica los acuerdos, señalando que la tenencia de la
tierra sigue desencadenando graves conflictos entre los campesinos sin tierra
(Lopez, 1997).
El problema de la tierra se está tratando de resolver
sin tocar a la propiedad privada ni a la forma de producción agrícola no
sostenible pues los grandes terratenientes se oponen férreamente a la Reforma
Agraria, diciendo que es un atentado contra la propiedad privada, que es
anticonstitucional y que la única solución en Guatemala es aumentar la
productividad agrícola por medio de tecnología moderna. Según ellos hay
demasiados campesinos y la presión demográfica es tan grande que si la tierra
se reparte las parcelas adjudicadas serían tan pequeñas que no serían rentables
y no podrían permitir una agricultura moderna y suficientemente productiva, lo
que iría completamente contra el desarrollo económico y social de Guatemala
(Valenzuela, 1996).
Como lo dice Jorge Rosal este año, en una reunión con
el Comité de solidaridad con Guatemala de Ginebra, al tratar de justificar el
alcance limitado de los acuerdos a este respecto "En la mesa de
negociaciones no se propusieron cambios catastróficos que hubieran echado por
tierra la economía del país pues, los cambios se estaban negociando
precisamente con los detentores de poder prevalecientes del capital y del
ejercito y la URNG no podía proponerles la destrucción de las unidades
productivas agropecuarias que son la base de las economía de exportación"
Lo que se puede traducir de la siguiente manera: sentemos las bases para que
haya un cambio de sociedad en Guatemala pero, sobre todo, no toquemos los
intereses de los detentores del poder ni las bases de su sistema económico.
Los recursos naturales
Aunque en un apartado especial sobre la protección
ambiental de los acuerdos, los aspectos socio económicos y la situación agraria
se menciona la necesidad de un desarrollo sostenible entendido "como un
proceso de cambio en la vida del ser humano por medio del crecimiento económico
con equidad social y métodos de producción y patronos de consumo que sustenten
el equilibrio ecológico, lo que implica respeto a la diversidad étnica y
cultural y garantía a la calidad de vida de las generaciones futuras" los
firmantes del acuerdo entran también en este aspecto en una profunda
contradicción. Lo que impide que una verdadera política de utilización
sostenible de los recursos naturales y de conservación del ambiente exista a
nivel nacional. De nuevo se afirma con ligereza que el desarrollo sostenible y
la equidad social pueden lograrse con el crecimiento económico sin mostrar
como, un crecimiento que históricamente tiene como base la sobre explotación de
la mano de obra y de los recursos naturales, con el fin de acumular capitales
puede generar equidad y equilibrio ecológico a nivel nacional y a largo plazo.
Esta ligereza política y conceptual hace que se hayan
emitido acuerdos sin ninguna consideración a los efectos perversos que pueden ocasionar,
como cuando, por ejemplo, se decide promover para 1997 la legislación y los
mecanismos para la aplicación de un impuesto territorial en las tierras
ociosas. Al amenazar de confiscar las tierras de quien no pagará el impuesto,
como una forma de desestimular la subutilización de la tierra, los firmantes de
los acuerdos no toman en cuenta la influencia que las leyes sobre tierras
ociosas han tenido históricamente sobre la deforestación del país. Aunque al
final se agrega que estos mecanismos en su conjunto no deberán incentivar la deforestación
de tierras de vocación forestal, en la práctica se sabe que es exactamente lo
que van a hacer. Las leyes del instituto Nacional Forestal (INAFOR) en
Guatemala, por ejemplo, también prohibían la deforestación de áreas con
vocación forestal, lo que no impidió que las leyes sobre las tierras ociosas
tuvieran más fuerza a los ojos de los campesinos y de los grandes
terratenientes, quienes temerosos de ver confiscadas sus tierras o de tener que
pagar un impuesto prefirieron deforestarlas y meterles pastos (para que dejen
de ser consideradas como ociosas) antes que correr el riesgo de perderlas
(Valenzuela de Pisano, 1996).
Por otra parte, los Acuerdos de Paz ignoran
completamente estrategias de desarrollo concretas que diferentes proyectos y
comunidades están utilizando desde hace algunos años (tales como las
experiencias asociativas y autogestionarias, la agroecología y la
agroforesteria, etc.) que si hicieran parte de una estrategia de desarrollo sostenible
a nivel nacional y obtuvieran un fuerte apoyo del Estado, constituirían en
realidad una alternativa factible, no sólo para conservar el ambiente y la
diversidad cultural y natural y hacer una utilización sostenible de los
recursos naturales sino que también para mejorar las condiciones socio
económicas de la población y promover la equidad.
Si los firmantes de los acuerdos hubieran estado más
cerca de los intereses del pueblo y de dichos proyectos y comunidades y no de
sus propios intereses y los de los capitalistas no se hubieran limitado a
promover el crecimiento económico y hubieran podido construir alternativas que
tradujeran mejor las necesidades y los objetivos de la población rural.
Hubieran escuchado la voz de representantes campesinos quienes piensan "Es
necesario que los mayas rescatemos una agricultura nueva que nos permita
construir un desarrollo en el país. Queremos implementar una tecnología
apropiada, no podemos copiar la forma de producción de los agroexportadores que
han destruido la capacidad productiva de la tierra en la zona sur del país con
la utilización de químicos, al igual que en la zona algodonera donde han
fumigado desde avionetas destruyendo la flora y la fauna. Nosotros tratamos de
implementar una agricultura orgánica, queremos rescatar la forma original de producción
con técnicas que manejen las comunidades" (López, 1997).
¿Deberíamos seguir luchando por el
cumplimiento de los Acuerdos de Paz?
Desmontar la mitificación creada por los Acuerdos de
Paz y los sofismas en los que se sustenta no quiere decir que los Acuerdos de
Paz no debieran haberse firmado ni que la violencia debería continuar en el
país. El término de los conflictos armados en Guatemala era necesario, desde
hace mucho tiempo y solo puede sentirse el que los Acuerdos de Paz no hayan
sido firmados antes, ahorrándonos la muerte y sufrimientos de un gran número de
victimas. Lo que se critica en este documento es que, al firmarse los Acuerdos
de Paz se haya querido no solamente terminar con el conflicto armado, lo que la
URNG (supuesta representante del pueblo) debió hacer unilateralmente lo más rápidamente
posible (desde que se dio cuenta que la lucha armada no era el instrumento
adecuado para resolver los graves problemas del país), sino que se haya
querido, al mismo tiempo, hacer creer a la población que una simple firma del
Estado y del Ejercito sería una base suficiente para crear una nueva democracia
en el país y resolver los graves problemas estructurales que los treinta años
de conflicto armado no lograron afrontar.
Lo que se critica es que se haya pretendido, como se
sigue pretendiendo hasta ahora, que la única solución a los problemas
guatemaltecos es el cumplimiento de los Acuerdos de Paz "firme y
duradera" cuyas limitaciones conceptuales y políticas son evidentes, y que
se quieran investir todas las energías de la población y de sus representantes
en su defensa y en la exigencia de que se cumplan. En vez de haber tenido la
capacidad política de organizar y hacer conciencia en la población en torno a
la construcción de una alternativa al sistema capitalista, en su fase
neoliberal, en la que los intereses sociales y ambientales de la mayoría de la
población estuvieran representados.
Ya que los Acuerdos de Paz están basados en una
abstracción y en un discurso mistificador que engaña y confunde a la población haciéndole
perder su tiempo y esfuerzos en actividades y negociaciones que no responden a
sus intereses y que la desvían de sus verdaderos objetivos. En este contexto
entonces, lo más importante no es seguir defendiendo el cumplimiento de los Acuerdos
de Paz sino clarificar los sofismas en los que están basados y hacer conciencia
a la población que:
a) Un nuevo proyecto de sociedad no podrá construirse si,
las diferentes comunidades y productores directos, a nivel local, no adquieren
el control de sus propios recursos y no desarrollan una nueva alternativa económica
basada en la autonomía, la autogestión y el trabajo asociativo en la que el
trabajo sea un derecho de todos, la tierra sea del que la trabaja, la producción
se dirija hacia la satisfacción de las necesidades de la mayoría de la población,
las riquezas se distribuyan en forma equitativa, el crédito y la comercialización
sean solidarios y el consumo enriquezca intrínsecamente y no degrade ni a los
seres humanos ni a la naturaleza.
b) No es la firma de los Acuerdos de Paz la que
determinará el futuro de Guatemala sino la capacidad del pueblo guatemalteco,
de sus líderes políticos y de sus aliados internacionales de construir espacios
de poder propios y comenzar a definir, presentar e implementar un proyecto de
sociedad claro y coherente, alternativo al neoliberalismo. Para, en base a
dicho proyecto, organizarse y comenzar a construir una economía solidaria que
responda a los problemas sociales y ambientales de la población.
c) La función del Estado y de sus instituciones no es la
de resolver los problemas de la población sino perpetuar a las clases
dominantes y al sistema de dominación socio económica existente por lo que, no
se logrará construir un tipo de desarrollo diferente si no se consolida una
fuerza capaz de debilitar cada vez más los poderes actualmente incontrolados de
las grande potencias internacionales, de las transnacionales, de las agencias financieras
internacionales y de los gobiernos nacionales al mismo tiempo que se fortalecen
los espacios de poder comunitarios, la autogestión y la economía solidaria a
todos los niveles (local, regional, nacional e internacional).
e) Ninguna firma, de ningún tipo de acuerdo, aportará la
paz a Guatemala sino se construye una democracia participativa e incluyente (en
contraposición a la democracia actual representativa y excluyente) y las formas
de organización necesarias para que todas las personas puedan participar
directamente a la toma de decisiones que conciernen sus intereses socio políticos
su cultura y el funcionamiento de sus sistema económico y si no se definen,
impulsan y desarrollan formas de democracia directa adaptadas a cada cultura y
comunidad diferentes.
f) La violencia, las injusticias y la impunidad no terminaran
con la firma de ningún tipo de acuerdo si no se crea una presión nacional e
internacional lo suficientemente fuerte como para influir en las decisiones del
Estado y de las clases dominantes nacionales e internacionales. Todo consiste
en la relación de fuerzas y en la capacidad que tengan las organizaciones de la
sociedad civil, las comunidades y los grupos internacionales a consolidarse en
un frente común, lo más amplio posible, contra el neoliberalismo y la
explotación y por la construcción de un nuevo proyecto de sociedad.
Las alternativas
Las bases de un nuevo proyecto de sociedad y las
alternativas posibles existen de manera incipiente desde hace varios años, no
solamente en Guatemala sino que a nivel mundial. Son los movimientos de la
sociedad civil planetaria, de las diferentes comunidades y grupos sociales, que
están luchando a través del mundo por construir una nueva relación entre los
seres humanos ellos mismos y entre lo seres humanos y la naturaleza los que
están construyendo estas bases, no en el papel sino en su practica cotidiana.
Son ellos los que, con su practica, están definiendo los nuevos objetivos
sociales, descartando los objetivos de dominación, competitividad, rentabilidad,
ganancia a corto plazo, acumulación de capitales y monopolización de las
riquezas del capitalismo, para dar lugar a objetivos de solidaridad, complementariedad,
consolidación de una sociedad feliz a largo plazo, distribución equitativa de
riqueza, respeto de la naturaleza, etc., propios a una nueva sociedad.
La tarea histórica de los líderes y de la población
guatemalteca no pueden limitarse en consecuencia a "sentar las bases para
ir superando los problemas nacionales" sino:
a) Reforzar los movimientos que ya existen y darles los
instrumentos teóricos políticos y metodológicos necesarios para que unifiquen
sus objetivos y comiencen a construir una sociedad alternativa de manera
consciente;
b) Impedir lo más que sea posible que el Estado y el
ejercito ejerzan su violencia sobre la población, creando un movimiento nacional
e internacional lo suficientemente fuerte como para hacer presión sobre la toma
de decisiones del Estado, mostrando a las clases dirigentes como, en el
contexto internacional actual, ellas también tienen interés a que un nuevo
proyecto de sociedad se implante en Guatemala, en el que se de prioridad a las
necesidades de la mayoría de la población[3], a la explotación sostenible de los recursos
naturales y a la conservación de la naturaleza.
c) La tarea principal de los líderes comunitarios,
comunidades y proyectos censados trabajar por el bienestar de la población
guatemalteca debería ser estudiar, definir y poner en marcha, con la estrecha participación
de la población, un programa de desarrollo alternativo en el que se presenten
claramente:
i)
Las causas de
los problemas socio económicos, culturales y ecológicos del pueblo
guatemaltecos y los mecanismos que las reproducen;
ii) Los mecanismos, tecnologías e instrumentos
alternativos que podrían resolver esos problemas con otra lógica que la lógica
neoliberal;
iii) Las formas de organización y de lucha adecuadas para
poner en marcha esos mecanismo e instrumentos.
Ya que, los problemas socio económicos, pero también
culturales y ecológicos de Guatemala son muy complejos y su solución no podrá
llevarse a cabo sin una conciencia profunda de la serie de cambios políticos,
económicos, institucionales, etc. a nivel nacional e internacional que serán
necesarios para que la paz se instaure verdaderamente en el país. Serán
necesarios una gran conciencia y conocimiento de la realidad para que la
población ella misma defina las soluciones alternativas que correspondan a sus,
mejoren sus niveles de vida, hagan un uso sostenible de sus recursos naturales
y refuercen su conciencia, su organización y su poder político.
Lo que implica:
a) Un esfuerzo enorme para que las poblaciones y sus
dirigentes comprendan cada vez más los mecanismos por medio de los cuales
dichos problemas se producen y reproducen a nivel nacional y planetario, para
que tengan acceso a la información, documentación y conocimientos necesarios
para poder actuar de manera consciente, autónoma y responsable y para que tomen
parte a la toma de decisiones;
b) Un gran apoyo a la creatividad, imaginación y múltiples
esfuerzos de los diferentes proyectos y comunidades que, desde ya, están
comenzando a buscar, definir e implantar soluciones alternativas al
neoliberalismo, al productivismo y a la explotación de los seres humanos y de
la naturaleza;
c) El control de las poblaciones sobre sus propios
recursos, la generalización de tecnologías de producción sostenibles que
permitan producir sin contaminación y desperdicios nocivos, utilicen los
recursos naturales a largo plazo y hagan una utilización intensiva de mano de
obra.
Hay que hacer conciencia sobre el hecho de que ninguna
firma de ningún acuerdo va impedir la proliferación de la violencia en
Guatemala, si las desigualdades sociales, la mísera y la fuerte deterioración
del ambiente (cultural y natural) siguen existiendo. Hay que hacer consciencia
sobre el hecho de que la situación socio económica y ecológica del país seguirá
deteriorándose si todos los recursos y todas las políticas siguen orientándose
hacia la modernización de la economía y el crecimiento económico y dejan de
lado los intereses de la población local, el desarrollo de la economía local y
la conservación de los ecosistemas locales "Independientemente de que se
realicen los más significativos esfuerzos en materia de desarrollo social,
estos son insostenibles si la política de crecimiento económico sigue generando
desigualdades ampliando la distancia
entre ricos y pobres en el país. En este sentido, exhortamos a los sectores económicamente
poderosos y al gobierno de la república a que realicen serios replanteamientos
de sus enfoque analíticos a fin de que se logre reestructurar la política
económica para hacerla coherente y propiciadora de las exigencias en materia de
desarrollo social y de mejoramiento de las condiciones de vida de la mayoría de
los guatemaltecos víctimas de la pobreza y pobreza extrema, en un contexto de
legitima y amplia participación de los diversos sectores de la sociedad civil
tanto en la esfera decisional como en lo posible en la esfera de la ejecución y
puesta en marcha de programas y proyectos concretos" (Tzuk-kim-Pop, 98).
Hay que apoyar y exhortar a todas las personas,
instituciones (gubernamentales o no), comunidades, proyectos y programas para
que generen estrategias múltiples de desarrollo democrático participativo e
incluyente, equitativo ambientalmente sostenible, solidario y convivial a nivel
local, regional, nacional e internacional, en todos los campos (agricultura,
recursos naturales, alimentación, educación, etc.) Estrategias en las que las
actividades económicas y las finanzas publicas se dirijan prioritariamente
hacia la satisfacción de las necesidades fundamentales (físicas, intelectuales,
afectivas, etc.) de todos los miembros de la sociedad, protegiendo la
diversidad cultural y natural y el uso sostenible de los recursos naturales.
Estrategias que no sólo señalen de manera formal, sino que indiquen
concretamente las medidas que se deben tomar para que todos los seres humanos
tengan una vida digna, para que la pobreza, el desempleo, la exclusión y la
degradación del ambiente y de los recursos naturales desparezcan del planeta y
para que se construya una nueva sociedad en la que el respeto a todo ser
viviente, la responsabilidad social y la salvaguarda del patrimonio cultural de
la humanidad sean objetivos prioritarios.
En este sentido, las diferentes comunidades deberán
elaborar manifiestos locales señalando sus objetivos prioritarios y las metodologías
y condiciones que permitan realizarlos. Un esfuerzo debe realizarse para que
todos los grupos que actualmente luchan por mejorar la sociedad o por evitar
los peores efectos de la globalización y el neoliberalismo se comprometan
igualmente a reforzar los movimientos que luchan contra el desempleo, la
monopolización de los recursos científicos, culturales, etc.) y la centralización
del poder, así como reforzar aquellos movimientos que promueven la descentralización
de poderes, la autogestión y el trabajo asociativo, la utilización de
tecnologías que hagan una utilización intensiva de trabajo humano y una explotación
sostenible de los recursos naturales, el comercio solidario, la propiedad de
los pequeños productores y comunidades y la distribución equitativa de las
riquezas.
[1] Lo que incluye la tenencia de la
tierra, el uso sostenible de los recursos naturales, los sistemas y mecanismos
de crédito, el procesamiento y la comercialización, la legislación agraria y la
seguridad jurídica, las relaciones laborales, la asistencia técnica, la capacitación y la organización de la población rural.
[2] Lo que es sumamente importante para
el país pues la propiedad de grandes extensiones de tierra adquirida
fraudulentamente por los militares, políticos y terratenientes sería puesta en
causa y permitiría distribuirlas entre los campesinos sin tierra,
[3] Esta posibilidad, aparentemente imposible en las
épocas del capitalismo triunfante, se hace cada día más factible a medida que
la crisis financiera internacional y los problemas socio económicos en los
países que se dicen desarrollados afectan las economías y los intereses de las
clases capitalistas de los países llamados subdesarrollados, como lo muestra la
fuerte corriente por un desarrollo autónomo y sostenible que se ha despertado
en Brasil a partir de septiembre 1998, cuando la crisis financiera se
desencadenó.
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