La teoría del decrecimiento tiene, a mi
parecer, dos factores positivos. El primero es que desenmascara el mito de que el
crecimiento económico aporta el desarrollo de un país y el segundo que muestra
claramente las implicaciones ecológicas de dicho crecimiento. Sin embargo,
imputar las consecuencias lógicas de la forma de funcionamiento del sistema
capitalista al crecimiento económico es no sólo deficiente sino engañoso, por
lo que la teoría del decrecimiento es falsa desde su base al atribuir la
destrucción y degradación ambiental al crecimiento de la producción (PIB) en
general, sin preguntarse en qué sistema socio-económico se produce, con que
tecnología y en interés de quien se produce. Es una forma simplista de desviar
la tendencia que existe actualmente a nivel planetario hacia un cambio social integral
y radical, haciendo parecer que producir y consumir menos, sin cambiar los
fundamentos socio-económicos y culturales del sistema actual: pillaje y
despojo, explotación del trabajo humano y destrucción de la naturaleza por
medio de tecnologías cada vez más sofisticadas, es la solución al caos que
estamos viviendo. Es una nueva pantalla que obstaculiza el cambio
multidimensional necesario para ir a las raíces de dicho caos y comenzar a
construir las bases de una nueva sociedad.
¿Cuáles son estas raíces? 1) El sistema de dominación capitalista que
convierte a los seres humanos y a la naturaleza en mercancía anulando su
multidimensionalidad y riqueza intrínsecas para reducirlas a dinero y venderlas
a personas unidimensionales. Personas que han perdido todas sus otras
cualidades para convertirse en productoras y consumidoras de mercancías, lo que
permite a las clases dominantes (nacionales e internacionales) acumular
capitales y poder tanto económico como político; 2) El Estado y sus
instituciones (no se puede ser anti-capitalista ni construir un mundo nuevo en
el marco de la institucionalidad burguesa), ya que ambos constituyen la
estructura de dominación que mantiene y reproduce al sistema capitalista por
medio de la violencia y la manipulación; 3) Nosotros mismos, deshumanizados,
castrados de nuestra espiritualidad y amor por los demás, domesticados,
manipulados, convertidos en entes egoístas y mediocres, desposeídos de toda
capacidad crítica y esclavizados, muchas veces por medio de un salario, somos
quienes mantenemos al Estado y a sus instituciones, convirtiéndonos en un
tornillo esencial del funcionamiento del sistema capitalista.
Bajo esta óptica, la teoría del decrecimiento:
1) es sumamente reduccionista, ya que resalta un solo aspecto de la
multidimensionalidad y complejidad del caos (la dimensión económica) y de las
personas, dejando entender que el crecimiento económico capitalista
(producción/consumo) es la causa de la ruptura de las relaciones armoniosas
entre el ser humano y la naturaleza y que el decrecimiento económico es la
solución principal; 2) Ignora que dicho sistema está basado en la violencia, la
lucha de clases y la relación de fuerzas existente por lo que supone que, sin
cambiar dicha relación de fuerzas ni cambiar radicalmente al sistema se puede
reducir el nivel de vida de los ricos en el Norte y en el Sur u otorgar una
renta universal (sin ni siquiera mencionar que ésta es una válvula de escape
que permite incrementar el consumo y alargar la vida del sistema, al mismo
tiempo que causaría una gran inflación); 3) Ignora también que tanto que existan
el sistema capitalista y sus instituciones será imposible disminuir la presión
sobre los ecosistemas así como (cosa que la teoría del decrecimiento no menciona)
acabar con la explotación de los trabajadores y el pillaje de los territorios y
de las riquezas de los pueblos.
Ya que, es destruyendo a la naturaleza,
despojando a las comunidades de sus territorios y explotando el trabajo humano
que los capitalistas hacen dinero y acumulan capitales. Por lo que, será
necesario acabar con el trabajo asalariado, con la monopolización y acumulación
de los medios de producción por una minoría, con el pillaje y el despojo, etc.;
Lo que implica hacer desaparecer los Estados y sus instituciones, sustituyéndolos
por gobiernos autónomos de las comunidades, colectivos y pueblos que serán
quienes gobiernen sus territorios y distribuyan sus riquezas; 4) Desatiende e
ignora la necesidad de recuperar la multidimensionalidad de los seres humanos (espíritu,
intelecto, afecto, capacidad de crear, de amar, participar a la toma de
decisiones, etc.), si lo que se quiere realmente es transformar el paradigma
socio-económico actual.
No necesitamos construir otras pantallas ni
otros imaginarios que nos ocúltenla realidad sino tener el coraje de ver la
realidad frente a frente para transformarla. No se trata, de ninguna manera, de
imaginar un nuevo tipo de economía ni un nuevo tipo de sociedad, como sostiene
la teoría del decrecimiento, sino de cambiar concretamente la realidad, paso a
paso, reconstruyéndonos nosotros mismos, definiendo estrategias y tácticas transformadoras,
ligando la teoría con la práctica, lo espiritual con la lucha, el trabajo
conjunto y la convivialidad, lo local a lo planetario y nuestros actos
cotidianos individuales y colectivos con el corto, mediano y largo plazo, de
manera a construir entre todos una economía solidaria y comunitaria real y otra
sociedad real; Teniendo claramente como objetivo cambiar la realidad actual por
otra realidad en la que los seres humanos puedan realizarse integralmente y ser
felices. Cosa que la teoría del decrecimiento deja completamente de lado.
Por otra parte, tenemos que reconocer que el decrecimiento
del PIB es una realidad que ya existe, pues es un hecho que el crecimiento de
la economía capitalista está desacelerándose a niveles tanto mundiales como
nacionales (lo que se refleja en la crisis actual). La crisis de sobre producción,
por una parte, y la baja general de los salarios (poder adquisitivo de la
población) hacen que los empresarios capitalistas no puedan vender sus
productos a precios lo suficientemente altos como para recuperar sus
inversiones y obtener al mismo tiempo una ganancia satisfactoria.
Es evidente, sin embargo, que ese decrecimiento
que se está dando concretamente a nivel mundial no ha terminado con la
destrucción ecológica y social que implica el capitalismo. Al contrario, al ver
disminuir sus ganancias, los empresarios y las grandes corporaciones
transnacionales han intensificado el extractivismo, el despojo de tierras, las
guerras, la industria militar, la especulación financiera, el crimen organizado
y la corrupción, actividades clave en las que todavía pueden obtener ganancias
satisfactorias a un ritmo satisfactorio. Cada día es más claro para muchas
personas y organizaciones que el crecimiento de la producción y del consumo no
implican ni el desarrollo ni el bienestar, pero cada vez es más claro que lo
que hay que cambiar es el sistema global y no solamente consumir menos.
Hay también personas e iniciativas conscientes
y comprometidas que piensan y están trabajando por un cambio social integral y
radical, ya que comprenden que es la única forma de transformar al sistema
actual. Lo que exige el crecimiento de las personas de los colectivos y
comunidades en consciencia, compromiso y responsabilidad para promover e impulsar el
crecimiento de gobiernos y administración autónomos de los pueblos, el
crecimiento del número de escuelas, centros de salud y centros de estudios
transformadores, el crecimiento de la agricultura ecológica y de la economía
comunitaria, el crecimiento del número de niños sanos y felices, el crecimiento
de la convivialidad, la amistad y el trabajo conjunto, etc.
Como en casi todo, en una etapa de transición
histórica, la teoría del decrecimiento es un cuchillo de doble filo que, por
una parte, hace reflexionar sobre los múltiples problemas de nuestra sociedad,
pero, por otra parte, nos retiene atados al sistema actual e impide que la idea
de un cambio social integral y radical se desarrolle con mayor velocidad. No
rompe con el Estado ni con sus instituciones, aunque trate de mejorarlos o
reformarlos; No muestra como la disminución del consumo (con la que estamos completamente de acuerdo) provocará una caída del sistema y la construcción de otro
paradigma económico social. Y, sobre todo ignora la necesidad de que los seres
humanos y las sociedades se reconstruyan en tanto que entes multidimensionales,
íntegros, conscientes y comprometidos, rescatando su dimensión espiritual, su
capacidad de análisis crítico, su voluntad de organización, lucha y resistencia,
etc.
Otro mundo es posible pero somos nosotras y nosotros los que tenemos que construirlo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario